
Desde el alba, cuando el sol rompía la oscuridad de la noche con sus rayos que pronto quedarían ocultos por las grises nubes que amenazaban tormenta, caminaba yo por las calles de esta ciudad en la que nací, crecí y moriré con el orgullo que me conlleva estos hechos que nunca cambiaría ni por un millón de años de vida, ni por cumplir mi más anhelado sueño, quizás ni siquiera por tí.
Caminé durante horas por calles que no conocía, que se alejaban cada vez más de la explendorosa ciudad en la que me encontraba, calles que cruzaban el río, que seguían más allá del Aljarafe. Recorrí callejones oscuros, en sombras y amplias avenidas que no recordaba que existieran. Caminé y caminé durante horas, días, meses y años y llegué a un lugar en el que no había más que sombras y tinieblas rodeando un jardín de rosas negras en el que caí rendida. Las espinas se clavaban en mi piel de una manera que me pareció dulce y mi sangre recorría mi piel, tiñendola del rojo de la vida eterna, de la vida que se escapaba de mi en este día que nunca podré olvidar.
1 comentario:
Ke TeXtO...
bSoS (K)
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